Tosca
Ópera en tres actos con música de Giacomo Puccini y libreto en italiano de Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, basado en La Tosca, de Victorien Sardou. Estrenada el 14 de enero de 1900 en el Teatro Costanzi de Roma, Italia.
GRAN TEATRO NACIONAL
6 y 10 de abril de 2018 – 20:00 hrs.
8 de abril de 2018 – 17:00 hrs.
Floria Tosca: Viktoria Yastrebova
Mario Cavaradossi: Ivan Magrì
Barone Scarpia: Carlo Cigni
Cesare Angelotti: Humberto Zavalaga
Sagrestano: Xavier Fernández
Spoletta: Juan Pablo Marcos
Sciarrone: Royer Durand
Carceriere: Paolo Campos
Pastore: Gabriel Laines
Director de orquesta: Christopher Franklin
Dirección de escena, escenografía y vestuario: Lev Pugliese
Coro Nacional del Perú
Director del coro: Javier Súnico
Coro Nacional de Niños del Perú
Directora del coro: Mónica Canales
Orquesta Academia Sinfonía por el Perú
Director de la orquesta: Hugo Carrió
Por Pablo Macalupú-Cumpén*
Giacomo Puccini conocía a la perfección a su público. Sabía qué quería y cómo impactarlo en cada escena compuesta. En Tosca tenemos un claro ejemplo de ello. Desde los acordes iniciales (el temible «motivo de Scarpia»), el maestro italiano nos introduce en un thriller psicológico de grandes magnitudes que no se diluye en ningún momento, sino que alcanza puntos muy altos en aspectos dramáticos y musicales.
La idea de Tosca estaba presente en Puccini desde 1889, mucho antes del estreno de Manon Lescaut (1893). En mayo de ese año vio la obra homónima, original de Victorien Sardou, en el teatro, interpretada por Sarah Bernhardt. Ahí quedó convencido en lo que le dijo su antiguo libretista Ferdinando Fontana respecto a la obra y sus cualidades operísticas.
Antes, sin embargo, trabajó en la mencionada Manon Lescaut y en La Bohème, esta última clave en la producción pucciniana y por la que hoy sigue a la cabeza de casi todos los teatros del mundo que quieren asegurar un éxito de taquilla.
Cuando decidió trabajar en Tosca, el mismo Puccini se involucró -como siempre- en la elaboración del libreto, adaptado por Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, sus más cercanos colaboradores. Basta leer algunas de sus cartas (Adami, 1928) para notar cuánto le importaban los detalles. Aquí un ejemplo.
«Querido señor Giulio,
He leído hasta el Acto II y he hecho algunos cambios que considero necesarios como, por ejemplo, “Come tu mi odii” (“¡Cómo me odias!”) está bien y “Tu mi odii?” (“¿Me odias?”) es imposible. [Además] ¿Por qué se cortó la última línea «E avanti a lui tremava tutta Roma«? Lo puse, y sirve para mi propósito. Por lo tanto, es mejor mantenerlo».
Giacomo Puccini a Giulio Ricordi, Julio de 1898
En Tosca sus tres personajes principales no son simples cantantes-actores sobre el escenario. Cada uno tiene una construcción psicológica importante. En Mario Cavaradossi no solo vemos a un pintor enamorado, sino también a un revolucionario capaz de sacrificar su propia vida por un ideal; persistente e incluso desafiante. Scarpia representa la ambición y el cinismo más tóxicos que pueden existir en el ser humano; además de ser la encarnación de la corrupción y la perversión que lo lleva a chantajear sexualmente a su víctima, Tosca. La protagonista, por su parte, puede verse hoy como una mujer del siglo XXI viviendo en junio de 1800. Aunque mucho se habla de sus «celos» estos son una pequeña parte de ella y funcionan como disparador de sus acciones que tendrán efecto en el resto de la ópera. De hecho, Scarpia aprovecha ello para intentar generar una situación a su favor en el segundo acto. Sin embargo, el personaje de Floria Tosca va más allá y demuestra ser una mujer decidida que, ante la adversidad, es capaz de tomar el camino que ella considera correcto. Y, al igual que Mario, persigue sus ideales, que para ella son su arte, la libertad, la espiritualidad y el amor.
«Trionfal, di nova speme l’anima freme in celestial, crescente ardor. Ed in armonico vol, già l’anima va all’estasi d’amor» («Triunfantes, de nueva esperanza palpita el alma en un celestial y creciente ardor. Y, en armónico vuelo, el alma va al éxtasis del amor»).
Final del dueto de Tosca y Mario en el III acto de Tosca
Otro gran mérito de Puccini en Tosca es la forma en que decidió representar la Roma de 1800, en el texto, en la música e incluso en el escenario, como veremos más adelante. Hoy, para nadie es sorpresa que el compositor fue capaz de trasladar a sus oyentes a Japón (Madama Butterfly), París (La Bohème) o la China imperial (Turandot), con diversos motivos musicales. En 1900, no obstante, sorprendió la precisión de su pluma para representar el Te Deum en la Iglesia Sant’Andrea della Valle; así como exponer a nivel sonoro -con planos de profundidad incluidos- las campanadas de un amanecer en Roma.
Su amigo, el padre Pietro Panichelli le facilitó un canto llano del Te Deum (que se puede oír en el video de abajo) presentado en las iglesias de Roma. Por su cuenta, Puccini encontró en un libro de oraciones en latín la plegaria que murmuran los fieles y el prior durante la liturgia. De acuerdo con Mosco Carner (1985), en dicha frase la repetición de las vocales “o” y “u” generan un efecto sonoro muy oscuro que es lo que precisamente buscaba el italiano.
«Adjutorum nostrum in nomine Domini
Qui fecit coelum et terram
Sit nomen Domini benedictum
Et hoc nunc et usque seculum».
El barítono Bryn Terfel canta el final del Acto I de Tosca – Te Deum.
Royal Opera House, 2011
Para el último acto, Panichelli lo ayudó con el contacto de un especialista que orientó a Puccini a darle mayor fidelidad al sonido de las campanas de San Pedro.
Las crónicas de la época detallan de un éxito completo desde la primera función el 14 de enero de 1900, a pesar de las amenazas y altercados previos y durante el inicio de la ópera. La Gazzetta Musicale (1900) reseñó:
«Diez llamadas al final de la ópera, de las cuales seis fueron clamorosas para Puccini. Total: veintiún llamadas (al público para aplausos), cinco bises. Toda la ejecución extremadamente nerviosa, en parte por la emoción de la primera noche, en parte por el pánico causado por las cartas enviadas a los miembros de la compañía que amenazaban con violencia probable. Estas son las artes a las cuales aquellos celosos de la fama del compositor recurren en vano».
Si bien en la actualidad se suele transponer tiempo y lugar, la acción original de Tosca se desarrolla en Roma desde la tarde del 17 de junio hasta el amanecer del día 18 en el año 1800. Todo ocurre específicamente en tres escenarios: la Iglesia Sant’Andrea della Valle, el Palacio Farnese y el Castel Sant’Angelo, como puede observarse en los bocetos que trabajó Adolf Hohenstein para el estreno mundial en el Teatro Costanzi (hoy Ópera de Roma).
De hecho, ese mismo teatro rescató todos los diseños de escenografa y vestuario para reponer en 2015 la Tosca tal como se concibió visualmente entre 1899 y 1900.
Los estrenos posteriores en diversas partes de Europa y América, popularizaron esta obra. A decir de autores como el musicólogo Paul Henry Lang (1973), Tosca no solo gustó al público sino que también influyó en compositores como Richard Strauss (en su ópera Salome) y Alban Berg (en su ópera Lulú).
En definitiva, solo un compositor con las credenciales de Puccini pudo tener un resultado tan exitoso como Tosca, una ópera que lleva al espectador al límite de las emociones tanto en producciones tradicionales como puestas modernas. El detalle reside en cada nota y, por supuesto, en la pericia de los intérpretes para encarnar correctamente a sus personajes.
* Pablo Macalupú-Cumpén (1990) es periodista de cultura y asuntos internacionales. Ha informado y realizado entrevistas sobre dichos temas para televisión, prensa y medios digitales desde Lima, Buenos Aires y Nueva York. En abril de 2007, fundó el portal camelloparlante.com, dedicado a la música y cultura. En el ámbito académico ha analizado la cobertura periodística local de la música clásica.
ARGUMENTO
Lugar: Roma
Tiempo: 17 y 18 de junio de 1800
Acto I – En la Iglesia Sant’Andrea della Valle
Cesare Angelotti, un republicano fugitivo, está escondido en la iglesia de Sant’Andrea della Valle, donde Mario Cavaradossi está acabando una pintura de María Magdalena. El sacristán mira el retrato y dice que le recuerda a una mujer que reza en la iglesia, pero Cavaradossi piensa que, al pintar esa belleza desconocida tiene presente a Tosca, su amante. Angelotti sale del escondite y Cavaradossi le ofrece su ayuda. Cuando llega Tosca, Angelotti vuelve a esconderse. Soñando sobre el amor, le dice a Cavaradossi que se reúna con ella después del concierto que ofrecerá esa tarde. Cuando reconoce el retrato de la marquesa de Attavanti, la hermana de Angelotti, Tosca siente celos. Mario la tranquiliza y la convence a marcharse. Angelotti reaparece y el disparo de un cañón anuncia que ya descubrieron su huida. Cavaradossi le ofrece su casa como refugio.
Scarpia, el jefe de la policía, busca al fugitivo, pero solo encuentra el abanico de la hermana de Angelotti, que ha olvidado en la iglesia. Tosca vuelve y Scarpia la provoca asegurando que el retrato es el de aquella mujer, mostrándole el abanico como prueba. Furiosa y creyendo que sus sospechas son ciertas, Tosca se dirige a la casa de Cavaradossi, seguida por los esbirros de Scarpia. En la Iglesia se celebra la victoria de la realeza ante Napoleón con un Te Deum, mientras Scarpia sueña con poseer a Tosca.
Acto II – En el Palazzo Farnese, por la noche
En el Palacio Farnese, Scarpia sueña con Tosca. No han encontrado al fugitivo, pero sí a Cavaradossi. Cuando le interrogan sobre Angelotti, declara no saber nada y los agentes se lo llevan. Tosca llega a la oficina de Scarpia inmediatamente después de su concierto. Empiezan a torturar a Mario para conocer la verdad, ella oye sus gemidos y Scarpia le dice que si desea, puede terminar con aquel suplicio. Ella no quiere colaborar, pero cuando la tortura se intensifica, revela el escondite de Angelotti. Cavaradossi se siente traicionado por Tosca, pero está eufórico por las noticias de la derrota real, cantando “victoria”. Scarpia, ahora furioso, ordena ejecutar a Mario; sin embargo, pone una condición: si Tosca se entrega a él, salvará la vida de su amante.
Tosca está consternada. No entiende su destino. De pronto llegan noticias de Angelotti. El prófugo se suicidó. Tosca acepta las condiciones de Scarpia y enfatiza en que su amado Mario debe ser liberado. El jefe de la policía dice que podrán huir luego de simular una ejecución. Ella se asegura pidiéndole un salvoconducto. Mientras lo firma, ella coge un cuchillo de la mesa de Scarpia. Él se acerca para cerrar el trato y ella lo apuñala en el corazón.
Acto III – En el Castillo Sant’Angelo
Horas después, Cavaradossi está en la prisión del Castillo Sant’Angelo esperando su ejecución. Solo piensa en Tosca y los buenos momentos que pasaron juntos. De pronto llega ella con el salvoconducto y le cuenta cómo mató a Scarpia. Ha preparado todo, les espera un carruaje para huir de Roma; sin embargo, le dice que antes debe pasar por la ejecución simulada. Llevan a Cavaradossi a lo alto del castillo y suenan disparos. Tosca emocionada por la actuación de Mario le dice que espere hasta que se vaya el último agente. Apenas se acerca, Tosca nota con horror y desesperación que Cavaradossi en realidad fue fusilado. Los agentes regresan para arrestarla debido al asesinato de Scarpia, pero ella jura venganza divina. No puede más. Se lanza al vacío.
Fuente:
Riding, A.; Dunton-Downer, L. (2011) Eyewitness Companions: Opera / Ópera.